sábado, 23 de abril de 2011

CARTA A MI HIJA

No sería igual. Sí, sin duda; mi vida sería distinta sin ella. No digo ni mejor ni peor, simplemente diferente. No podría disfrutar de su risa sincera, de su amor totalmente desinteresado, de sus caricias ingenuas, de sus gritos que te devuelven a la realidad... Vamos, que no podría vivir sin mi hija . Sin el ángel sin alas,: un ángel travieso que se dejó las alas en el cielo, pero que se encarga de proteger a todos los que la rodean. Por eso, vivir con ella ha sido para mi familia y para mí un premio.

Mi hija nació hace 11 años. Los médicos le diagnosticaron una enfermedad, por la cual estuvo sometida a pruebas.

Desde entonces mi hija se convirtió en una parte primordial de mi vida. No puede hacer nada por sí sola. Bueno, sí, puede repartir amor y alegría, algo que muchos somos incapaces de hacer. Por lo demás, hay que darle de comer, cambiarle los pañales, bañarla, sacarla a pasear, etc.; en definitiva, cuidarla como a un recién nacido. Su cara es el espejo de su alma. A través de sus gestos hay que adivinar lo que siente, piensa y padece, porque su vocabulario ha cambiado las letras por sonidos , aunque también con ellos es capaz de transmitir alegría, ternura, sufrimiento... Al contrario de lo que puede parecer, si por algo llama la atención es porque es guapa, porque, al mirarla, descubres una belleza especial que no pasa desapercibida, porque llama la atención por donde quiera que vaya.

Mi hija reconoce las voces de los que la quieren. Gira la cabeza en dirección a esa persona y espera a que se aproxime; entonces, cuando siente su presencia, su sonrisa es irrepetible. Y se deja querer. Y te ofrece tanta ternura que es imposible resistirse a pasar un rato a su lado. Y si aciertas con tus caricias, ella quizá te recompense con su sonrisa y hasta con una carcajada. Pero lo mejor que hay en este mundo es cuando, sin razón aparente, se ríe sin parar. Entonces pienso: ¿qué le hará reír? Después me doy cuenta de que todos deberíamos ser como ella, que todos tendríamos que reírnos de la vida sin razón alguna. A su lado, mis problemas se desvanecen. Si ella sonríe ya no tengo motivos para estar triste. Ésa es su magia.

Nada sería igual

He sacrificado buena parte de mi vida para cuidar y mantener a mi hija, para luchar contra una sociedad muchas veces intolerante, que no acepta que todos, sea cual sea nuestra condición, somos iguales. Me he acostumbrado a soportar miradas de sorpresa, compasión y algunas hasta de cierto recelo mientras paseaban orgullosos a su ángel. Muchos piensan que una hija con una parálisis cerebral del 80% es una carga e incluso un castigo, cuando la realidad es que, con un poquito de paciencia y amor, los beneficios son infinitamente superiores.

Podría rellenar mil páginas contando las dificultades con las que me encuentro, tanto mi familia como yo, cada día por el simple hecho de querer hacer una vida normal, pero ¡basta ya de quejas!, eso está muy visto. Todos sabemos que las ciudades no están preparadas para los minusválidos, que no se ofrecen las ayudas suficientes. Ésa es nuestra asignatura pendiente. Pero ¿y lo qué nos ha dado mi hija? Eso no se puede adquirir ni con todo el dinero del mundo. Es un regalo que, por ejemplo, a mí me ha enseñado a ser mejor persona. Al compartir mi vida con ella he desterrado de mi personalidad la intolerancia, he aprendido a respetar, a disfrutar de la vida, a comprender que la posibilidad de ayudar a alguien es un lujo... Y como yo, todos los que han entendido que aportar un granito de arena para cuidar a mi niña era recibir como recompensa un gran tesoro.

Lo bueno es que mi familia no es especial. Bueno, sí lo es; lo que quiero decir es que sé que hay otras muchas familias en situaciones parecidas que han decidido tirar hacia delante y ser felices. Hay esperanza. Siempre la hay. Porque en esta sociedad caótica en la que vivimos siguen quedando muchas personas con corazón que están dispuestas a luchar por los demás.

Quiero desde aquí y aunque tu nunca leas esta carta, darte las gracias, por ser mi hija, lo que mas quiero en el mundo.

TU MADRE

2 comentarios:

  1. Simplemente, precioso Norma!

    Me quedo con esta frase: "Después me doy cuenta de que todos deberíamos ser como ella, que todos tendríamos que reírnos de la vida sin razón alguna"

    Ojalá pudiera yo aprender a reírme un poco más...

    Un abrazo muy fuerte desde los Pirineos lluviosos.

    Marta.

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  2. No puedo creer semejante carta con solo un comentario!!! Me ha parecido maravillosa!!! Llegue hasta aca, a ravez de Karen y solo queria decirte que te felicito!!

    Podre copiar tu carta, para poder postearla yo o subirla al facebook??
    Gracias!

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Por si tienes algo que decr.....